Arte y catarsis

El arte tiene diferentes funciones hacia la sociedad, una de ellas es para detonar la conciencia, la reflexión y el debate en el espectador

 

Alimentó su imaginación con las obras clásicas y los cómics mexicanos; encontró en el pincel y el lienzo, la plataforma para expresarse: es el pintor Sergio Garval.


El arte de los impresionistas llegaba a través de las enciclopedias, los clásicos decoraban los calendarios que la carnicería del barrio les obsequiaba a sus clientes y la fantasía a través de los cómics de Fantomas: en este contexto vivió su niñez el pintor tapatío, Sergio Garval.


Sus primeras dos pinturas plasmadas sobre cartoncillos, las realizó en las clases de pintura de su tío; luego, cuando su padre abandonó su intento de aprender a pintar, heredó sus primeros pínceles, óleos y bastidor, desde entonces Garval no ha dejado de pintar.


Garval, hoy un pintor experimentado que ha colgado su obra en galerías europeas como en el espacio más importante de Jalisco, el Instituto Cultural Cabañas, cree que el arte tiene diferentes funciones hacia la sociedad, una de ellas es para detonar la conciencia, la reflexión y el debate en el espectador.


¿Cómo fue tu primer acercamiento con el arte?


En la niñez tuve contacto con el arte a partir de las enciclopedias que vendían de casa en casa. Ahí tuve ese conocimiento de los impresionistas y los clásicos. Pero desde antes, a mí me gustaba expresarme con los lápices de color, el enganche fue de inmediato.


¿Fue más fácil expresarte con el dibujo?


Sí, era un niño introvertido, mis mundos de expresividad eran a partir del papel y lápices de color. Las enciclopedias de arte y cómics mexicanos como el de Chanoc y Fantomas, me metieron a ese mundo lúdico. Era un poco tímido, entonces eso hacía que la manera de comunicarme fuera de manera personal, intimista.


¿En qué momento decides ser un artista, estudiar artes visuales?


Lo tenía muy bien definido desde la niñez: desde niño quería ser pintor, era la disciplina con la cual me identificaba porque era la que conocí en los calendarios de las carnicerías, en las enciclopedias; era la pintura el contacto más inmediato en cuanto a la disciplina de las artes. Ya tenía decidido ser pintor, no artista, porque el concepto no lo entendía, pero sí vivir de la pintura.


¿Cómo fueron tus primeras clases?


Tomé los primeros cursos con un tío que da clases de pintura, los dos primeros cuadritos que hice fueron con él. Ahí tuve la oportunidad de conocer la pintura al óleo y dio la casualidad que mi papá tomó clases, pero dejó los materiales intactos y yo me los apropié. Los primeros trabajos que hice al óleo fueron trabajos manuales para la primaria, ahí tenía pinceles, óleos y en cartoncitos hacía mis pinturas.


Empecé a encontrarle el cariño y gusto. Junto con las indicaciones de mi tío, posteriormente empecé a hacer mis propias composiciones. Recuerdo que hacía mis propias obras con todas las limitaciones que tenía en aquel momento.


Sus maestros, los pintores Alfonso de Lara Gallardo y Jorge Martínez, no creían en las musas…
Yo no creo en la musa. Esta profesión es cuestión de disciplina, debes de tener el talento que te facilita realizar la actividad que vas a hacer, pero el principio de todo es la disciplina, la constancia y el hambre por desarrollarte.
Fue un trabajo arduo en cuanto a la búsqueda del conocimiento, de investigación en sus diferentes vertientes como dibujar mucho, todos los días, instruirme a partir de libros, de artistas de todos los tiempos en cuanto a sus técnicas y necesidades.


¿Cuál es tu concepto de artista?


Es un individuo que tiene la capacidad y las herramientas para expresar a través de las disciplinas artísticas y asume una postura intelectual en su momento histórico. Es un portavoz de los acontecimientos que está viviendo, que va dejando su propia interpretación en el transcurso que le toca crear.


¿Qué responsabilidad tiene el artista hacia la creación de comunidad?


Toda. La naturaleza de un artista, las herramientas con las que se alimenta, es la observación y el cuestionamiento permanente de su realidad, procesos sociales, políticos y económicos; el artista tiene que asumir un compromiso en razón de este proceso, debe asumir una voz activa dentro de su aportación, tiene que ser una figura activa, dinámica, cuestionadora y que de alguna manera, que tenga una visión humanista.


¿El arte debe ser un detonador de conciencia?


Sí, ese proceso de cuestionamiento, de reflexión, ese ejercicio de pensamiento, es en razón de confrontar al individuo y detonar procesos de conciencia a partir del producto y el espectador. Vivimos una catarsis en México, se está despedazando, vemos normalidades que en otros países lo ven de manera escandalosa, están horrorizados.