No está maleado

La agenda es pesada, pero, créeme, no es por decirlo, no es para mí un trabajo, cuando haces lo que te gusta, no es trabajo

Tiene apenas 32 años de edad: Rosalío Villaseñor es el Presidente Municipal más joven que ha tenido Atenguillo, Jalisco. El 70 por ciento del personal que trabaja con él, también es joven.


A Rosalío Villaseñor no lo verás en un auto lujoso, tampoco con la actitud de político inalcanzable. Es más, no cambió ni su forma de vestir, ni de hablar después de que asumió la Presidencia de Atenguillo, Jalisco. Si algo aprendió en la casa de sus padres es sobre humildad. Apenas se le sube el tono cuando sus familiares y amigos le dicen “Ey, bájale dos rayitas”. Asegura Villaseñor que el poder no enferma, sino que enloquece a las personas. Rosalío, o Chalo como lo llaman sus amigos, es el menor de siete hijos. Es en la casa de sus padres, un hogar decorado con fotos familiares e imágenes religiosas, y vigilado por “Chat”, la ‘pequeña’ San Bernardo que tienen por mascota, donde el Presidente de Atenguillo atiende las preguntas de El Ciudadano.


¿Qué significa para ti ser el Alcalde más joven en Atenguillo?


La gente ha visto mi juventud con confianza, como alguien que puede tener ideas y dinámicas diferentes, y que podemos hacer las cosas de otra manera. El tema de la edad me ha servido para que la gente esté segura de que no les vamos a fallar. Dicen por ahí, ‘este muchacho no está maleado’, eso es gratificante.


¿Este muchacho no está maleado?

Es como decir que no tienes malas manías que tienen muchos políticos, que no has robado pues, que no tienes ese colmillo, que no eres ese dinosaurio político.


¿Cómo te acercaste a la política?

Platicando con mis papás, me dicen ‘es que tú desde la primaria decías que ibas a ser Presidente’; tal vez lo pedí tanto que se me concedió. A mí me buscaron, me hicieron la invitación para que fuera síndico en una planilla del 2009, para ser parte del Gobierno 2010-2012. Ganamos, fue mi primer cargo público. Después de ser síndico, era muy gratificante que la gente me decía ‘¿por qué no te lanzas tú? Venimos y tú nos ayudas, nos resuelves y escuchas, ¿por qué no te animas?’; y no faltó quien me dijera ‘no es tu momento’. Invité a un grupo de amigos, la mayoría son jóvenes. En mi Gobierno el 70 por ciento son jóvenes. Me siento muy confiado por el equipo que tengo, el domingo pasado estábamos ‘bacheando’ y terminamos horas después de la jornada laboral, todos colaboramos.


¿Cómo entiendes la política?


Lejos de la grilla política, es el vehículo que da poder a la gente, es la plataforma para que la gente pueda ayudar, participar y decidir. En lo personal, la política es la plataforma que se me abrió y que me está dando la oportunidad de poder servir y hacer algo por mi pueblo, para mi gente.


Tus decisiones como Presidente influyen en 4 mil 115 personas de Atenguillo, ¿es mucha presión?
He sabido digerir esa presión. Sé que las decisiones que tome, buenas o malas, pueden perjudicar o no a la gente, pero siempre he tenido la convicción clara de que haciendo las cosas bien, no tiene por qué haber repercusiones negativas. Me queda claro, es imposible quedar bien con todos, pero todos tenemos un concepto básico de lo que significa hacer un buen gobierno, hacer lo correcto, si trabajamos sobre ese concepto creo que estamos del otro lado.


¿Esperabas que a esta edad tuvieras un trabajo con esta responsabilidad?


A partir de ser síndico, creí que era posible todo. Aquel momento era un panorama difícil que ganáramos, pero se pudo. Comencé a ver de cerca la actividad de gobierno y pensaba, ‘esto yo lo haría diferente’, ‘esto lo haría mejor’.


¿Qué has aprendido en estos años de servicio público?


He aprendido que no te debes dejar consumir por el poder, al rato tu posición se va a terminar y seguirás siendo el mismo. De eso me siento contento, sigo siendo el mismo con la gente, no me ven como alguien inalcanzable, no paso en un vehículo de último modelo, ese tipo de cosas. Tengo amigos en la política que cuando tuvieron una posición de poder, transformaron su forma de ser, de vestir, de hablar. ¿El poder enferma? Enloquece. Siempre les he dicho a mis amigos que me digan si empiezo a cambiar porque cuando caes en esa etapa, tú no te das cuenta.


¿Todavía tienes tiempo libre?

La agenda es pesada, pero, créeme, no es por decirlo, no es para mí un trabajo, cuando haces lo que te gusta, no es trabajo. Ir y platicar con la gente, gestionar, de repente se arregla una calle, es una satisfacción. Me gusta mucho escuchar música, con el Internet busco música muy relajada. De vez en cuando me pongo a leer, cuando tengo tiempo y no estoy cansado.


¿Qué aprendiste de tus padres?


Mis papás siempre han sido reiterativos en que debo ser humilde, en servir a la gente. Si en algún momento ellos me vieron un poco soberbio, dijeron ‘¡Ey!’. Para mí es muy claro, no sobrepasar límites, ese aprendizaje tuve de parte de mis padres.