Trabajo entre muertitos

Trabajar en el panteón es la cosa más tranquila, muy tranquila, y otra, se me gura que es muy sano. Si salgo al centro, está contaminado, aquí no, ¿será por tanto árbol?

El trabajo en el panteón, más que escalofriante, es una labor tranquila, dice José Guadalupe Molina, o Don Lupe, quien ha trabajado en el Cementerio de Zapopan durante 32 años.
¿Ruidos extraños, figuras incorpóreas entre las tumbas del cementerio? ¡Olvídate de eso! Son los nervios de la persona, dice Don Lupe, quien ha caminado de noche y de día, durante 32 años, entre las tumbas del viejo Panteón Municipal de Zapopan.
 Lo dice un hombre con experiencia en el tema: por su nombre de pila, José Guadalupe Molina, se ha desempeñado como sepulturero, velador y encarga- do del aseo en este panteón, al que no describe como escalofriante, si no como reconfortante.
“Este trabajo me gusta, ya a mi edad, a mis 85 años, en otro lado ya no la hago. Para mí está muy bonito esto”, expresa Don Lupe, como lo conocen decenas de personas que visitan a sus familiares en el antiguo panteón.
Don Lupe, quien es padre, abuelo y bisabuelo, se jubiló después de 24 años de labor en una aceitera. En vez de descansar, prefirió estar activo y buscó trabajo en el Gobierno de Zapopan.
Desde hace más de tres décadas, trabaja en el panteón. Cuando te dijeron que trabajarías en el panteón, ¿qué pensaste?
Entré decidido, no entré con miedo, ni terror, ni asco. Entré con la determinación de trabajar, mi trabajo fue abrir tumbas, excavar para tumbas y sepultar, ya ahora no, de ahí me cambiaron a mi labor de mantenimiento, dar aseo al cementerio. Yo nada de asco, nada de escrúpulos, yo lo hacía como cualquier trabajo.
¿Alguna vez tuviste miedo?
Yo no sé qué clase de cristiano soy, pero yo no tengo ni asco. Así como salíamos de trabajar, me salía a echar lonche. Si no había asco, tampoco había miedo.
Cuando te preguntan sobre la muerte, ¿qué respondes?
Para mí es una imagen, es una creencia, una cosa maravillosa porque la muerte se lleva a la gente por parejo. Yo no tengo miedo a morir, ese es nuestro destino, vivir para morir. La muerte es justa, yo estoy conforme con ella porque hasta ahorita se ha portado muy bien, yo ni enfermedades ni nada, tengo mi cartilla de salud en blanco, no tengo ni citas con el médico.
¿Por qué crees que la gente le tiene miedo a la muerte?
Tanteo que la gente le tiene miedo a la muerte porque algo hizo mal en su vida, a de ser alguna fechoría y ya le temen a la muerte, no saben en qué rato lo atienden allá. Pero yo no, yo me siento feliz, y fui muy borracho, pero nunca… ni siquiera he golpeado, sólo he recibido los golpes que me ha dado la vida, ¡un cascarazo¡ Yo estimo mi trabajo, lo quiero, estoy enamorado de mi trabajo.
En 32 años de labor, ¿ha visto algo extraño?
¿Historias? Nunca he visto nada. Nunca he oído nada, y estuve remplazando al velador y tenía que echar ronda para ver cómo estaba el asunto en la noche, pero yo tenía un perro que me cuidaba, una cosa buena de perrito. Todo tranquilo, aquí no se escucha nada más que las ratas y los gatos, nada de que se ven bultos, o que se oye algo, para mí eso son los nervios de uno.
¿Entonces qué son los fantasmas?
Son los nervios, son historias de gente nerviosa. Fantasmas, espantos, como los quieran nombrar, yo estoy en contra de las personas que dicen todo eso, no, no es cierto, ¿por qué? Porque yo mismo he estado por aquí. Si hubiera creído en fantasmas, no hubiera entrado a trabajar.
¿Cómo describe a la gente que visita el panteón?
Cuando traen un cuerpo, unos vienen con música, con mariachi, con norteños, otros lloran, otros cantan y otros gritan, ¿por qué sucederá eso? Cada quien su modo de pensar, sus gustos.