Leer para crecer

Creo que el enfoque correcto es ver la lectura como un placer cotidiano. En mi caso, tengo muy presente que en la primaria, como no era algo usual que un niño leyera en su tiempo libre, sí sentía miradas o solía ser cuestionada sobre porqué leía en lugar

¿Existe un modelo de promoción de lectura certero? Especialistas opinan que entre más libre sea el acercamiento de los niños y jóvenes con los libros, mejor será su relación con la lectura.


Bruno Barragán Guadalajara, Jalisco. A sus 24 años, Samara Calderón suma más de 500 libros leídos en los últimos 10 años. Para lograrlo, divide la obra con siete post-its y dedica un día de lectura a cada parte: de esta forma encuentra equilibrio como estudiante de la Escuela de Conservación y Restauración de Occidente, su vida personal y su hobby por la lectura La técnica de los post-its, asegura Samara, es la mejor que ha encontrado para alentar a amigos y familiares a que lean, pues son metas cortas que motivan a cualquiera. El ejemplo de Samara es un ejemplo de cómo los modelos convencionales de promoción a la lectura, han quedado atrás y ya no recae la entera responsabilidad en padres, maestros o figuras de autoridad al imponer y monitorear este hábito entre niños y jóvenes. No hay reglas para leer El lector pasó de ser solitario a ser solidario.


Cada vez más toman importancia los modelos de lectura colectiva que rompen esquemas sobre cómo iniciarse en este ámbito. Es válido comenzar a leer rodeado de un grupo, formarse al mismo tiempo que otro o apostarle a grandes historias desde un primer libro. “Aunque se ha inculcado que la lectura debe ser individual, la realidad es que se aprende mejor cuando se comparte. Hemos visto más interés en los jóvenes cuando hay dinámicas grupales que retan su creatividad, que cuando se delegan tareas personales“, añadió Rosa Castro, quien labora en una biblioteca pública. En pro de la lectura mucho se ha hecho.


En México se han estandarizado iniciativas que funcionan en otros países, aunque sin gran impacto, pues lo que ha resultado bueno en otras culturas (como salas de lectura, maratones literarios y las campañas con celebridades) no necesariamente funciona aquí. “Hay encuestas que hablan que los mexicanos leemos más y creo que todas están sesgadas, pues los libros muy poco se leen en este País. Sí, hemos cambiado la percepción que hay sobre su importancia, eso ya es ganancia; a quién se le pregunte por la lectura, la defenderá, pero de eso a la práctica aún nos falta mucho“, señaló la doctora Mónica Márquez, directora académica de Letra Uno A.C.


De acuerdo a estudios de la Encuesta Nacional de Lectura, de la UNESCO y del INEGI, México ha incrementado su nivel de lectura al incluir en las encuestas la información que se lee en redes sociales, blogs, revistas, historietas o periódicos. Y no podrían estar más equivocados, según expertos. “Vemos, según ellos, que el consumo de libros aumentó, que ya leemos cinco libros al año y estamos casi al nivel que Chile, y eso está alejado de la realidad, porque no se trata de cuánto leamos sino qué leemos“, aseveró Márquez, puntualizando que en Japón el 90% de su población tiene arraigado el hábito de leer libros.


Motivación más allá de entretenimiento Fondo contra forma es la clave para crear buenos lectores. Sin embargo, el motivo principal por el cual se realiza la lectura de libros, periódicos y revistas es por entretenimiento y cultura general. “La visita a bibliotecas es mayor por cuestiones de tarea, por actividades escolares o razones más educativas que lúdicas.


Son pocos los que dedican su tiempo libre a leer por gusto“, finalizó Cervantes. “Creo que el enfoque correcto es ver la lectura como un placer cotidiano. En mi caso, tengo muy presente que en la primaria, como no era algo usual que un niño leyera en su tiempo libre, sí sentía miradas o solía ser cuestionada sobre porqué leía en lugar de ir a jugar“, recordó Livier Castro, licenciada en Filosofía.


Según el estudio del Módulo de Lectura del INEGI

Los principales pretextos para no leer son la falta de tiempo y falta de interés.
Entre más nivel académico tenga la persona, más tiempo invierte en la lectura.
Aunque hay 7 mil 411 bibliotecas públicas en el País, el mexicano promedio busca la lectura en tiendas departamentales, librerías y puestos de revistas.