Luchan por tierra y agua

Son otros tiempos. Que acepten la realidad: las mujeres también tenemos oportunidad, al final de cuentas es un beneficio también para los hombres- Lejos de poner trabas, que apoyen a las mujeres

Ante el descrédito de hombres, estas mujeres jaliscienses en el municipio de Ahualulco de Mercado, demuestran que unidas pueden realizar proyectos ejemplares para todos en la comunidad.

Sin descuidar sus hogares, estas mujeres encontraron la forma de trabajar para beneficio su familia y de su comunidad. Ellas son vecinas del ejido de La Peña y de Chapulimita. Valientes y firmes, primero, libraron una lucha contra algunos ganaderos quienes limitaban el agua para beneficio particular. No cedían ni una gota para las familias, pero ellas le dieron la vuelta y consiguieron recursos para hacer un pozo de agua potable que ahora beneficia a toda la localidad (incluyendo a los mismos ganaderos). Por la valentía con que lucharon contra ganaderos, Ana María Álvarez Meza fue apodada como “La Loba”. Y no le molesta, dice la señora de 52 años de edad que es una imagen de fuerza.

Este año, unidas, recuperaron un predio de dos hectáres y media. Ahí plantaron maíz hojero y lo atienden por las tardes para no descuidar sus labores en casa. “Hemos luchado mucho como mujeres, esto que estamos haciendo ahorita de recuperar el terreno, me parece ya muy fácil, después de lo que ya pasamos”, señala Ana María, al lado de dos de sus compañeras María Isabel Álvarez Arregui, de 64 años y Josefina Martínez, de 37. Las ahualulsenses se movilizaron y obtuvieron recursos para hacer un proyecto sostenible en este terreno ubicado en La Peña, que está unos 15 kilómetros de la Cabecera Municipal de Ahualulco de Mercado y se llega a través de 7 km de terracería y 8 km de pavimento.

Cuesta arriba

“Cuando se forman los ejidos, dentro del núcleo ejidal se donan ciertas parcelas o terrenos, ya sea para una escuela, un área verde y una más para el grupo de mujeres. Ahí se denomina UAIM, Unidad Agrícola Industrial para la Mujer. Anteriormente hubo una UAIM pero se desintegró y el predio lo tomaron particulares”, narra Ana María.
Las mujeres preguntaron en la Sagarpa y les dijeron que si formaban un grupo se podría rescatar el predio. Aún así, el ejido debería resguardar el terreno para no darle otro uso que no fuera para mujeres. Fue así que nació este grupo conformado por 29 mujeres con el fin de rescatar el predio.

“Primero fuimos a ubicarlo en dónde estaba. Una parte estaba trabajado, ya habían sembrado anteriormente, pero otra parte estaba llena de maleza, abandonado. Por el tiempo, ya no podíamos meter un proyecto productivo porque las ventanillas están cerradas. Pero buscamos algo que fuera sustentable para nosotras, que tuviéramos un beneficio”, señala Ana María. En asamblea acordaron sembrar maíz hojero, pues es un terreno que está ubicado sobre una loma con solamente algunas partes planas. Por tanto, suben el agua para regar en galones, a caballo o en camioneta, todo cuesta arriba. Con todo el entusiasmo, sin pensar en límites, sembraron a coa, que es con una herramienta de uso manual, un pico con el que hicieron el trabajo una por una. La semilla la consiguieron a crédito y la pagarán cuando se cosecha. Quemaron arbustos pequeños y limpiaron el terreno de huizaches. Lo dejaron listo. Hoy, la plantación lleva 2 metros de altura.

Ante la desacreditación masculina

Las mujeres cuentan cómo es que tuvieron que soportar las críticas de hombres. “Decían que no la íbamos a hacer, ‘¿cómo viejas ahí? Eso va a ser pastura para caballos, para el ganado’. Lejos de motivar pues no, lo de siempre. Aún así lo logramos, entre nosotras hay mucha comunicación, con la ilusión que sabemos que lo que ahí se produzca, en determinado momento va a ser un beneficio igual para todas”, señala la líder del grupo, Ana María. A María Isabel Álvarez Arregui y Josefina Martínez poco les preocupó las críticas de los hombres. Más bien, ellas están preocupadas por dejar un buen mensaje a otras mujeres: de lucha, de resistencia, de hacer valer sus derechos. Josefina tiene una hija de 15 años de edad que también apoya en los trabajos de campo. “Va a entrar a la prepa apenas, ella apoya porque quiere que las muchachitas vean que sí se puede. Ella quiere que las chicas se enseñen a trabajar. Y yo quiero que ella sepa que si se tiene que hacer algo, que lo haga”, advierte Josefina.

Logros pero no fáciles

“Hace 5 años nos organizamos como mujeres emprendedoras. Tuvimos un conflicto fuerte con un grupo de ganaderos, donde el agua bajaba del cerro, de un escurrimiento, que llegaba a donde ellos y se apoderaron del líquido. Si querías agua para tu quehacer, había que ir ahí. Dado eso, nosotras nos organizamos como grupo y anduvimos tocando puertas, en todas las dependencias y logramos el pozo de agua potable para La Peña”, recuerda Ana María Álvarez.

“Como ya sabíamos que organizadas se puede. Teníamos la experiencia de que juntas se pueden lograr cosas. Entonces ahí, dijimos, vamos a rescatar el predio", asegura sobre el proyecto actual. Orgullosa, Ana María señala que ese grupo de mujeres encontró la forma de resolver la falta de agua. Agradece que sí recibió mucho apoyo de estudiantes y profesores de la universidad ITESO, a diferencia del gobierno municipal. Antes de eso, cuenta, era ir ahí para poder tener agua para los quehaceres, obtener agua de ahí con babas de ganado, caballos o perros, con esa agua lavar tu ropa.