Sin conformismos

Ana María Díaz de la Cruz es la combinación perfecta de la dulzura y la fuerza. Es una mujer con carácter y ganas de ayudar a los demás.


Es maestra jubilada, licenciada en Derecho y en Educación Media Básica. Estudió en la Normal de Jalisco, luego en la Universidad de Guadalajara y posteriormente en la Escuela Normal Superior. Ha sido maestra ejidal.  El campo le ha dado su origen pero también los motivos para participar en la política. Luego de vivir en San Agustín, regresa a Tala para coordinar la Comisión Operativa Municipal, porque tiene el sueño de ver la prosperidad en su tierra natal.

¿Cómo entraste a la docencia?


Soy hija de un campesino, somos once hermanos. Nací en la comunidad más pequeña de San Isidro Mazatepec, en el municipio de Tala. Fue difícil, mi papá no quería que estudiara porque era mujer. Decidí entrar a La Normal porque terminabas secundaria y no necesitabas el bachillerato. Era la forma de solucionar la necesidad más rápido. Mi sueño era ser abogada y estudié en la UdeG, pero el magisterio me llenó por completo. Decía: prefiero quedarme en la mente de muchos niños que en un escritorio.


¿Cómo lograste estudiar a pesar de la negativa de tu papá?


Lo fui convenciendo poco a poco. Empecé a trabajar como empleada doméstica a los once años para apoyar a mi gente y cuando entré a la secundaria que era por cooperación. Hasta que terminé la carrera. Lo platico con mucho orgullo.


¿Cuál ha sido tu mayor reto como maestra?


Salir, dejar a mi familia. Mi primer trabajo me lo dieron en Tecalitlán, en la Sierra, cerca de Jilotlán de los Dolores,  hacía diez horas de camino. Pero, las ganas de sacar adelante a mis hermanos, tenía que enfrentarme a todos los retos.

¿Qué fue lo que disfrutaste más en tu niñez?


Fue vivir en el campo. Aprendí el trabajo en comunidad. Disfruté mucho ir al río, ayudarle a mi padre a cuidar las vacas, a sembrar. Me tocó ayudarle a mi padre a sembrar cuando todavía había yunta de bueyes. Aprendí la honestidad de mi padre, el trabajo y la lucha para sobrevivir.


¿Cuál fue la mayor tristeza que has pasado en un salón?


Es ver los niños que van sin desayunar, que no tienen recursos para sus alimentos. Eso yo lo viví de niña y eso es lo que te duele.


¿Cómo decides participar en la política?


Cuando vienes de una familia de escasos recursos y ves todo lo que puedes aportar con una profesión, yo creo que fue lo que me movió. Trabajé en Tlajomulco 31 años de maestra. Siempre estuve en escuelas rurales y te das cuenta de que donde quiera son las mismas carencias. Me entró envidia de la buena porque vi en Tlajomulco lo que se hizo a partir de que gobierna Movimiento Ciudadano. Entonces yo quiero que Tala tenga un gobierno de Movimiento. Por eso regresé.


¿Dónde conociste a tu pareja?


El padre de mis hijos también es profesor. Lo conocí en una escuela de San Sebastián El Grande, me caía muy mal. Lo conocí cuando tenía 22 años de edad, pero ya no lo volví a ver, hasta que tuve 29 años. Empezamos nuestra relación en una campaña política, curiosamente. Tenemos cuatro hijos. Uno de 24 años y una niña que tiene 12. Otro niño que tiene 10 años y el más chiquito que tiene 9.


¿Cuál es tu postura con los niños sobre internet?


A los niños, si les pones un espacio donde puedan jugar libremente, se les olvida los videojuegos y el internet. Lo que pasa es que en la ciudad, como los niños están encerrados, no les queda otro juego más que las maquinitas. Pero en el campo no. Aquí en mi pueblo todavía hay  mucho la tradición de la charrería. Tú sales por las calles y ves a los niños floreando la soga.

¿Qué lees?

Me gusta mucho leer novelas de historia. Leer a los héroes de México. Hay un libro que me gusta mucho, lo he leído tres veces, se llama La Madre, de Máximo Gorki. Es una novela rusa.


¿Qué quieres transmitir como coordinadora operativa de Tala?


Que no nos debemos conformar, que hay  muchos problemas, pero que no nos debemos conformar y que las cosas pueden cambiar, dependiendo de la participación que tengamos. Lo que más quiero es crear ciudadanía, organizar a la gente, para que sepan a quién dirigirse, cómo pedir las cosas y cómo exigir. Ese es mi mayor reto. Motivar a las personas para que sepan organizarse.