Reconocer, aceptar

Convivir a partir de nuestras diferencias. La base para vivir en una mejor ciudad es la empatía y el respeto. Si logramos ser ciudadanos empáticos y entendemos que la lucha de los demás por ser reconocidos y respetados es un acto digno de respetar

Cuando se habla de cambio político en nuestro País, del avance democrático, y de la conquista de derechos sociales y civiles, hay un lugar que históricamente ha sido un referente: la Ciudad de México. Pero, ¿Qué podemos decir de Guadalajara y de Jalisco? ¿Qué ha pasado aquí en los últimos años?
Aquí, en Jalisco y en su capital, también se han ganado importantes batallas. Basta recordar que en el 2015 los ciudadanos acabaron con décadas de bipartidismo en la ciudad y en varios municipios más del estado; demostrando que lo que parecía impensable era posible.
Los procesos de cambio no han sido fáciles ni se han construido de la noche a la mañana. Durante muchos años, nuestro estado fue conocido por ser uno de los más conservadores del País, por velar por las “buenas costumbres y la moral”.
A lo largo de todo ese tiempo, quienes gobernaban se legitimaron apelando a la “decencia” y los “valores”. Sin embargo, gobernaron de la forma más indecente: mintiendo y robando. Hoy, el recuerdo de ese pasado indigno debe invitarnos a pensar en el futuro que queremos para todos.
Reflexionando sobre ese futuro y sobre la manera en la que los ciudadanos podemos hacer de él una aspiración que nos lleve a tener una ciudad y un estado verdaderamente decente, he llegado a la conclusión de que el primer paso es dejar de ver nuestras diferencias físicas y afectivas como un obstáculo. Podemos ver más allá de aquello a lo que estábamos acostumbrados y:

Perder el miedo a las diferencias. Debemos atrevernos a mirar dentro de cada uno de nosotros y darnos cuenta que así como en nosotros mismos encontramos características que nos distinguen de los demás, así los demás ven en nosotros rasgos que nos hacen más o menos iguales. Vencer el miedo nos ayuda a vivir en armonía con los demás.

Aprender a respetar la diversidad. Según datos del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED), Jalisco es uno de los estados que más violenta los derechos de igualdad y no discriminación particularmente  por la preferencia sexual, la apariencia física, la identidad y expresión de género. Tenemos que entender que el rechazo a las diferencias, la discriminación, no son una broma; son una realidad que causa dolor a muchas personas y que pone barreras para la convivencia.

Convivir a partir de nuestras diferencias. La base para vivir en una mejor ciudad es la empatía y el respeto. Si logramos ser ciudadanos empáticos y entendemos que la lucha de los demás (homosexuales, indígenas, migrantes, mujeres, etc.) por ser reconocidos y respetados es un acto digno de respetar y de reconocer; entonces habremos recuperado la “decencia”. Si queremos hacer de Jalisco y Guadalajara un lugar decente para vivir debemos reconocernos, y aceptarnos con nuestras diferencias.

Esto es el primer paso para recuperar la decencia, es decir, para lograr que todos seamos ciudadanos realmente dignos. Hannah Arendt, filósofa alemana que sufrió los horrores de la Segunda Guerra Mundial, entendió que el principio básico de la política es la diversidad y señaló que “La política trata del estar juntos y los unos con otros de los diversos”.
Quienes participamos en este proyecto estamos obligados a recordar siempre ese principio: hacer política significa respetar y enfrentar nuestras diferencias por medio del diálogo, construir soluciones para problemas comunes y luchar por hacer del lugar en que vivimos un espacio decente, para todas y todos.
Humberto González, estudiante de Estudios Políticos y Gobierno. Participa en Movimiento Ciudadano desde 2015.