Un país para los jóvenes

 

México es un país viejo. En el año 2000, el PRI perdió las elecciones presidenciales por primera vez en su historia, tras gobernar de forma ininterrumpida durante 9 sexenios; que junto a los periodos de sus antecesores (PNR y PRM) suman un total de 72 años continuos de gobierno.


Quienes nacieron en el año de la “alternancia” podrán votar por primera vez en las elecciones de 2018 para decidir el futuro de un país que conserva muchos de sus viejos rasgos. Una tradición de corrupción, impunidad y desprecio a la democracia, que surgió antes de que naciéramos y que hoy está más viva que nunca.


Además, enfrentamos las consecuencias del envejecimiento de los derechos sociales, provocado por los recortes y el saqueo que han permitido e impulsado tanto los gobiernos priistas como panistas; gracias a eso, hoy los jóvenes difícilmente podemos aspirar a tener una vida mejor que la de generaciones pasadas. Este el país que nos tocó.


Según el INEGI solo tres de cada diez jóvenes de 18 a 29 años cuentan con seguridad social y de acuerdo a la UNICEF, más del 53.8% -alrededor de 21 millones- viven en condiciones de pobreza. Por otro lado,  el INEGI también señala que de los mexicanos que emigran fuera del país cada año, 22% son jóvenes, los cuales se ven forzados a abandonar su hogar en busca de mejores oportunidades.

De acuerdo con datos de la OCDE, hay 7 millones de jóvenes que no tienen acceso ni a la educación ni al trabajo, mientras que los que logran terminar una licenciatura pueden acceder a un sueldo promedio de entre 4,308 y 6,870 pesos mensuales.


En México se piensan soluciones viejas a los retos actuales, los jóvenes estamos poco presentes en las políticas de los gobiernos y se nos obliga a renunciar a nuestros sueños para lograr salir adelante. Por eso decimos que este, es un país viejo.

El año que viene será decisivo para nuestro estado y el país. Citando al pensador italiano, Antonio Gramsci, hoy nos encontramos en un momento donde lo viejo no acaba de irse y lo nuevo no acaba de llegar. Es por eso que de los jóvenes dependerá en gran medida que la situación cambie o siga igual. Es nuestra responsabilidad cambiar los términos en que se dará el debate sobre el futuro de México, solo así lograremos desplazar a lo peor del pasado y construir un mejor país.


No podemos permitirnos, para participar en política, renunciar a ser jóvenes, adaptarnos a las viejas formas y actuar bajo las reglas de otras generaciones. Por el contrario, debemos ir a contracorriente, cuestionar todo lo que no funciona y proponer soluciones para cambiarlo, no podemos quedarnos callados frente al momento crítico que atraviesa el país.

Por eso, los jóvenes que participamos en Movimiento Ciudadano tenemos que levantar la voz y ser parte del debate sobre la elección de 2018, para que este proyecto enfrente la próxima elección poniendo a los ciudadanos al frente, como marca su Declaración de Principios “Para Movimiento Ciudadano la democracia no se reduce al juego electoral. Al contrario, la democracia significa empoderar a la sociedad y promover una agenda social guiada por los principios de reconocimiento y redistribución. La democracia ciudadana que postulamos debe verse reflejada en el mejoramiento de las condiciones de vida de los mexicanos”.


Creemos que es posible construir un proyecto distinto para este país, un proyecto que escuche las necesidades de la gente común, antes que los intereses de los partidos. México puede ser un país para los jóvenes.