Decidimos no rendirnos

Aún no amanecía cuando partimos. Éramos de esos que nunca llegaban a tiempo a la clase de las 7:00 a.m, pero ese día estábamos en pie desde las 5:30, justo como lo habíamos acordado antes de tomar una breve siesta nocturna. No podíamos llegar tarde a lo que para nosotros era una cita con la historia, así lo sentíamos, ese año nuestra generación se había levantado en todo el país para oponer resistencia al regreso del viejo partido y aquel día nos tocaba hacer nuestra parte.
Salimos de la pequeña vivienda, que además de ser nuestro dormitorio, había servido como casa de campaña, e iniciamos nuestro recorrido por las oscuras calles de Tonalá. Subimos al auto de Leonardo que estaba cubierto de tierra, después de meses de llevarnos por las calles de ese municipio sin presentar falla alguna, habíamos olvidado lavarlo. Como buen copiloto me hice cargo de encender el estereo. Sabía lo que tenía que poner para animar a los compañeros -”la patria se verá grande con su tierra liberada, por que tenemos la llave, ahora la cosa marcha…”-  la canción del Poder Popular, el himno que se cantaba en Chile cuatro décadas atrás, hasta antes de que el gobierno de Salvador Allende fuera herido de muerte por el golpe militar del sanguinario dictador Augusto Pinochet.
El plan era muy sencillo. Antes de dirigirnos a las instalaciones del Consejo Electoral, en las que me dejarían para pasar el resto de la jornada, visitaríamos a los encargados de coordinar cada una de las zonas en las que habíamos dividido la organización de representantes de casilla en el distrito. Todos eran voluntarios y habian sido capacitados por Emmanuel, quien tan solo había leido un manual, para cuidar que en los centros de votación se respetara la ley. Ninguno de nosotros sabía en realidad lo que significaba defender un proceso electoral de las prácticas del pasado, nadie tenía ni la minima experiencia, lo único que teníamos eran las historias de nuestras madres y abuelos sobre esa feroz maquinaria, de la que advertían, no era bueno acercarse.
A pesar de eso, creíamos que no podíamos fracasar, aunque tuvieramos todo en contra. Las últimas encuestas decían que soñar era un error metodológico, pero nosotros estábamos convencidos de que aquel día sucederia algo extraordinario. Sentíamos como si detrás nuestro se encontraran todos esos personajes a los que de forma inocente considerábamos como ancestros y a los que guardabamos una devoción casi religiosa, los mártires de la igualdad y la justica, los rojos, todos juntos empujandonos hacia la victoria. Estabamos determinados a sacarnos la camisa esa noche para celebrar el inicio de una época, como si se tratara de un campeonato de fútbol. Íbamos a jugar limpio e íbamos a ganar.
A unas horas de que concluyera la elección, el celular comenzó a sonar, las cosas no marchaban bien, asi que llame a Carlos para pedirle que me llevara al encuentro de las compañeras y compañeros que reportaban irregularidades en las casillas. Alguno incluso pensaban que podría suceder lo peor. Sentimos miedo.  Nunca olvidare el 1 de julio del 2012, porque ese día conocí de frente al viejo régimen, pude mirarlo a los ojos mientras intentaba comprar votos, burlándose y saliéndose con la suya. Fue imposible comprobarlo, luchamos hasta el final y perdimos.
Como si se tratara de un milagro, un dia despues llegaron los refuerzos del #132 para el recuento de las urnas que serían abiertas en el Consejo. Teníamos la misma edad, ninguno pasaba por mucho de los 20. No los conocíamos, pero supimos que debíamos confiar en ellos porque en sus ojos se podía ver la misma frustración que sentíamos nosotros. Los capacitamos ahí mismo, nos sentamos en suelo, otra vez con el manual en la mano. Quisiera poder recordar sus nombres para agradecerles por devolvernos la esperanza en aquellos días de zozobra.
La derrota nos golpeo fuerte, pero nos obligo a crecer. Las elecciones del 2012 nos enseñaron mucho, y aunque sería más tarde cuando termináramos por comprender que al viejo régimen no se le puede vencer en una sola tarde y que ganar en la urnas es solo el principio, ese dia entendimos que tendríamos que perseverar si queriamos contribuir al cambio político que anhelamos para nuestro país y nuestro estado. Decidimos no rendirnos y hoy estamos de vuelta.