“Circulan enfermedades”

En San Pedro Itzicán, el 60 por ciento (de las casas) sí tiene drenaje, el otro 40 vierte (las aguas negras) al lago directamente

La historia de San Pedro Itzicán, en Poncitlán, es similar a otras: el poblado fue invadido por casas irregulares sin ningún tipo de servicio… hogares que terminaron por verter sus aguas negras en cauces naturales.


El problema se dimensiona en una estampa que ofrece el poblado de San Pedro Itzicán, en Poncitlán, Jalisco: a un metro del Lago de Chapala, brotan aguas negras de una alcantarilla. Esa línea gris oscura que se dibuja desde la alcantarilla, pasa por las piedras y se pierde en el lago que abastece de agua potable a la zona conurbada de Guadalajara, no es nada en comparación a los derrames que se han registrado durante lluvias, advierte un lugareño que guía a El Ciudadano en esta delegación. San Pedro Itzicán podría ser el lugar perfecto para descansar: cuenta con hermosas vistas hacia el Lago de Chapala y los cerros que lo rodean, pequeñas casas y decenas de niños que juegan en las calles, pero la idea del destino turístico queda atrás con las noticias sobre el grave problema de salud en su población.


En mayo, periódicos locales dieron cuenta de un estudio realizado en 2015, que señala que al menos 51 personas de la cabecera de Poncitlán, el poblado de Mezcala y el de San Pedro Itzicán, tenían afecciones renales, y que del total, la tercera parte la padecían personas jóvenes, de entre 11 y 20 años de edad. Haga la prueba. En el ingreso a San Pedro, pregunte al primer marchante que encuentre: ¿conoce a alguien con problemas renales? Sin pensarlo dos veces, le pueden dar varios nombres. Así llegamos a casa de Florencia Gutiérrez, madre de un joven con insuficiencia renal. “Antes, con el agua del lago nos bañábamos, lavábamos, íbamos en la mañana a traer el agua para todo. Aquí en todas las casas teníamos fosa séptica, pero las taparon y se conectó al drenaje. Una vez se tapó el drenaje y miré, todo, suciedad del drenaje en los pies”, dice Gutiérrez. “Todo se va allá, y lo que comemos más es el pescado. Últimamente, hace poco, empezamos a tomar agua de garrafón, antes pues era del lago. Todavía hay gente que toma agua de la llave porque no hay dinero para un garrafón”.


En San Pedro Itzicán hay una planta tratadora de aguas negras. Si se pregunta al encargado del sitio, la planta funciona con normalidad y cumple, pero si se pregunta a los vecinos le dirán lo contrario: “hasta hace poco, las aguas se desbordaban, pero luego llegaron las cámaras de televisión y limpiaron”, dice un vecino que pide anonimato. En medio de la incertidumbre sobre los motivos del daño a la salud de los jóvenes de San Pedro, miembros de la comunidad también señalan como motivo, el agua con azufre que se toma de un pozo y que sirve para abastecer de agua potable los hogares. Para Ricardo Blanquet, regidor del Municipio de Poncitlán, el problema de salud en la población de San Pedro es multifactorial, pero destaca que solo el 40 por ciento de los hogares cuentan con drenaje, y el resto se trata de casas irregulares que vierten sus aguas negras de manera directa al lago. “De toda la rivera, aproximadamente un 40 por ciento (de las casas en el territorio de Poncitlán) tienen drenaje, las demás no tienen y se vierte todo al Lago de Chapala. En San Pedro Itzicán, el 60 por ciento sí tienen drenaje, el otro 40 se vierte al lago directamente”, subraya el regidor de Movimiento Ciudadano. El Municipio de Poncitlán estudia los motivos. En abril pasado, investigadores del Instituto Politécnico Nacional llegó para analizar la calidad del agua y los factores genéticos que podrían generar esta situación.