Intolerantes a la violencia

Lo más peligroso que podríamos hacer como sociedad, es seguir minimizando el hecho de que a las mujeres nos acosen en la calle

25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer
La semana pasada los titulares de los medios de comunicación locales, revelaron que va en aumento el feminicidio, el acoso y los casos de violaciones sexuales contra las jaliscienses.
En cinco años, nuestro estado pasó del octavo al tercer lugar en violencia contra la mujer, según el último estudio de Panorama de violencia contra las mujeres en México, ENDIREH. El 74.1% de las mujeres sufre algún tipo de violencia, lo cual resulta alarmante ya que Jalisco es una de las entidades que tiene activada su propia Alerta de Violencia Contra las Mujeres.
El derecho de las mujeres a vivir sin violencia está consagrado en acuerdos internacionales como la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (CEDAW). Las personas conscientes de este problema tenemos que tomar las riendas, exigir a nuestros gobiernos marcos normativos y políticas públicas transversales con perspectiva de género, ya que la constante violación a los derechos humanos de mujeres y niñas, no sólo impacta de manera directa en su calidad de vida física y emocional, sino que socava la estabilidad social, la percepción de seguridad, la salud pública, oportunidades de formación y empleo, desarrollo de niños y de las comunidades.
Puesto que las mujeres constituyen la mitad de la población, difícilmente podremos aspirar a vivir en una sociedad más democrática teniendo tan arraigado este problema, que dificulta el camino hacia la eliminación de pobreza por sus consecuencias intergeneracionales.
Lo más peligroso que podríamos hacer como sociedad, es acostumbrarnos a leer estos titulares, a seguir minimizando el hecho de que a las mujeres nos acosen en la calle. Tenemos que empezar a cuestionarnos y a replantear la forma en la que nos hemos relacionado, ser más equitativos y respetuosos.
Quizá sonará radical de mi parte el hecho de decir que, dentro de las medidas preventivas, podemos considerar apostar a un modelo de educación feminista, que les haga saber a nuestros niños y niñas que merecen las mismas oportunidades y respeto, que podemos tener una igualdad sustantiva a partir de nuestras diferencias biológicas.
Como ciudadanos y ciudadanas, tenemos que pensar en la ciudad y sociedad que queremos para nosotros y para nuestros hijos e hijas, porque cada vez que somos omisos ante un feminicidio, aumentan las posibilidades de ser tocadas por esa realidad.
Necesitamos romper la barrera que subyace en los discursos que justifican y minimizan la violencia contra las mujeres, repetirnos hasta el cansancio que no es normal y condenarla en todos sus niveles y formas. Al ignorar el problema, se obstruye el camino hacia la construcción de un entorno amigable para todos y todas.
Melina Alatorre es delegada de Jóvenes en Movimiento Jalisco