La Mesa Redonda es una peculiar formación rocosa elevada en las alturas del valle que imbuye de identidad y sentido de pertenencia a los pobladores laguenses y de las inmediaciones
Aunque fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2010, la Mesa Redonda no cuenta con protección y hoy registra daños por buscadores de tesoros, peregrinantes, aventureros y sauqeadiores.
Situada al suroeste de Lagos de Moreno, Jalisco, se alza en todo su esplendor el monumento natural denominado desde la época colonial como La Mesa, y con posteridad, llamada La Mesa Redonda. Hoy, este patrimonio del paisaje natural y cultural se encuentra en riesgo.
En su área boscosa, de tipo tropical, se reproducen hasta hoy especies arbóreas únicas, registradas por normas nacionales e internacionales como amenazadas y en riesgo de extinción. Entre otras, la denominada científicamente como Mammillaria polythele, especie única que en todo Jalisco sólo se halla en la Mesa (tesis Larios Ulloa, 2010).
Fue registrada además en riesgo la Erythrina coralloides, enlistada en la Norma Oficial Mexicana NOM-051-SEMARNAT-2010. También las de Cactaceae (especies de Opuntia y Stenocereus), que “pertenecen al Apéndice Il de la “Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Flora y Fauna Silvestres”, entre otras, de acuerdo con datos recabados y proporcionados por la doctora Bertha Alicia Arce Chávez, del CULagos.
La Mesa Redonda es una peculiar formación rocosa elevada en las alturas del valle que imbuye de identidad y sentido de pertenencia a los pobladores laguenses y de las inmediaciones. Desde sus primeros años han avistado el singular promontorio cada vez que se trasladan de la ciudad hacia el occidente o vienen de retorno. El icono les saluda o les da la bienvenida, se puede decir.
Es monumento natural de la era de formación Terciaria y Cuaternaria, con una altitud sobre el nivel del mar que topa los 2 mil 80 metros. Se levanta en una elevación sobre sus contornos superficiales inmediatos en el Valle del Río Lagos, que serpentea cruzando la zona, de aproximadamente 235 metros.
La Mesa Redonda es además un sitio precolombino donde se hallan las huellas humanas con registros arqueológicos del INAH, un espacio de acontecimientos históricos, como las batallas de las huestes del famoso cristero local Martín Díaz contra el gobierno federal, y también lugar de leyenda, razón por la cual los lugareños cuentan que desde tiempos inmemoriales se sabe que la Mesa Redonda está asentada sobre tres tenamaztles de oro.
Sea por el mito o no, de cuando en cuanto los “buscadores de tesoros”, no han cesado de merodear en busca del metal áureo. Escarbando por todos lados. Causando estragos y modificando nefastamente el paisaje compuesto de nopaleras, mezquitales, tepozanes, pitayos, gatunos, huizacheras, biznaguillas, jarales y otros.
El Paso de la Mesa, es también la antiquísima parada del viejo camino real, por los apodados “Sanjuaneros”, que año con año peregrinan en multitudes hacia el Santuario de la Virgen de San Juan adonde van a pagar sus mandas y dar gracias por los favores recibidos. Esta afluencia masiva de integrantes de la Caravana Nacional de la Fe, conlleva del mismo modo signos de deterioro ecológico cuando suben a clavar las cruces de madera que cargan a cuestas, sea como parte de la manda prometida o en honra de los mártires cristeros. Hacen fogatas, dejan basura y provocan incendios.
Allí se da el choque del paisaje natural modificado agresivamente por el elemento humano, representado por buscadores de tesoros, peregrinantes, aventureros o descarados saqueadores de especies de la flora y la fauna. La basura y los incendios hacen sentir sus estragos constantemente en detrimento de este patrimonio vital de la biodiversidad.
Como se puede advertir, el icono natural no es ni siquiera un enclave con declaratoria oficial de área protegida a pesar de su enorme valor para el ecosistema. Desde su época histórica y el arribo de los colonizadores europeos y la fundación de Lagos en 1563, ha estado en manos de propietarios privados. La Mesa Redonda fue hacienda del español Pedro de Anda Altamirano, capitán de la guerra contra los chichimecas, cuyos herederos, Esteban y Pedro de Anda Altamirano fueron pioneros de la introducción de ganado en el centro del Virreinato hacia México y los centros mineros del norte.
Esteban fue alcalde de la entonces Villa de Santa María de los Lagos en los primeros decenios del siglo 17 y también de la poderosa cofradía de españoles de la iglesia parroquial por largos períodos.
Ya en el siglo 18, el promontorio de roca basáltica, clasificado con igual formación material que el Cerro de San Miguel y La Mesa de las Tablas, apareció como La Mesa de los Villalobos, luego de que esta familia española procedente de Aguascalientes compró la hacienda. Hasta posteriormente fue conocida con el topónimo de La Mesa Redonda.
La superficie de este emblemático lugar es de aproximadamente de 38,7 hectáreas, “que forma una especie de ovalo alargado en sentido norte sur”, indican los estudios. Actualmente, la propiedad del cerro icónico está dividida entre varios dueños, lindando con partes de ex haciendas como “Lo de Ponce”, Churintzio y otras comunidades. No existe hasta la fecha ningún proyecto tendiente a la protección oficial de este valioso sitio de la biodiversidad; de su inmensurable valor patrimonial simbólico e identitario. Arqueológico e histórico.
Así, no hay nada que impida que la ambición y la irresponsabilidad en un momento dado puedan repetir el pésimo ejemplo de “Cerro de La Bola”, enclave ecológico al poniente de la ciudad, supuestamente “protegido”, que actualmente está siendo desgajado por una empresa trituradora de piedra y abriendo paso a futuros fraccionadores.