De la austeridad republicana a la pobreza franciscana

Mientras el presidente AMLO propone apretarse el cinturón para enfrentar una posible crisis económica, sus megaproyectos como el Tren Maya continúan efectuándose con retrasos y a sobreprecio.

Desde Palacio Nacional, el presidente López Obrador informó en su mañanera sobre la espontánea estrategia para enfrentar el poco alentador panorama que se ve venir en materia económica para el país: pasar de la austeridad republicana a la pobreza franciscana

“Sí, les adelanto que, de todas maneras, ya vamos a pasar de la fase de la austeridad republicana a una fase superior, que es la de la pobreza franciscana. Porque tengo reunión mañana (hoy) con el Gabinete y vamos a llevar a cabo medidas de austeridad adicionales”.

Pero, ¿en qué consiste puntualmente esta denominada pobreza franciscana? Según López Obrador, las primeras medidas que desde el Gobierno federal se tomarían para alcanzarla incluyen:

  • Reducción considerable de viajes al extranjero.
  • Comunicación a distancia, vía telefónica, entre el funcionariado.
  • Realización de conferencias vía remota.
  • Disminución de gastos en viáticos.

En pocas palabras, seguimos hablando de ajustes y reducciones, en lugar de previsión e inversión. ¿No se suponía que los ahorros de la austeridad republicana se invertirían en soluciones productivas? 

La costosa gestión del proyecto del Tren Maya

Para la administración actual, la prioridad parece clara: privilegiar el avance de los proyectos federales sin mayor control presupuestario. Tal es el caso de las polémicas obras de construcción del Tren Maya.

La primera cifra estimada para esta obra por el gobierno de AMLO fue de 120,000 millones de pesos. Sin embargo, según estimaciones del mismo Gobierno, esta se proyecta ahora entre 15,000 y 20,000 millones de dólares.

Con base en la proyección inicial, en su momento se podía decir que esta obra conllevaría importantes beneficios en el mediano y largo plazo. Sin embargo, a estas alturas, considerando sus afectaciones y tomando en cuenta su poca planeación, las cifras y proyecciones pierden certidumbre.

Pobreza franciscana, el consuelo para algunos

Ante este tipo de declaraciones del presidente, no deja de sorprender la ligereza de sus palabras al dirigirse a la gente. 

Si bien habrá quien vea en la pobreza franciscana un ejercicio de fe o una forma de dignificar la miseria, el derecho a un nivel de vida adecuado que asegure salud, bienestar y porvenir es un derecho humano.

La realidad es que atender una posible crisis económica por medio del gasto corriente, en un panorama de incertidumbre mundial como el actual, es querer tapar el sol con un dedo.