La joya de La Barca

Según eso, dado su prosaica y su dinero, usaba tacones forrados de oro. Tenía una casa aquí, donde todas las tardes se sentaba en su balcón para ver a la gente pasar

La riqueza de Francisco Velarde de la Mora, “El Burro de Oro”, trasciende: quedaron para las nuevas generaciones, una serie de murales costumbristas del pintor Gerardo Suárez, únicos en su tipo en el País.


Alejandro Alvarado La Barca, Jalisco La promesa que el Emperador Maximiliano de Habsburgo realizó hace 150 años sobre visitar el hogar del hacendado Francisco Velarde de la Mora, derivó en lo que hoy es una de las joyas arquitectónicas de Jalisco. Ubicada en el corazón del Municipio de La Barca, la finca construida a mediados del siglo 19, tiene en sus paredes 12 extraordinarios murales que plasman la vida y costumbres del México de entonces, y según las investigaciones, las obras son del pintor Gerardo Suárez, uno de los más famosos artistas de la época.
El cronista local, David Núñez Gómez, narra que después de que el Emperador aceptó la invitación de Velarde de la Mora, conocido como “El Burro de Oro”, la casona fue embellecida con estos murales para recibirlo… sin embargo la suerte de Maximiliano cambió y tiempo después fue fusilado. Ingresar a la casona permite hacer un recorrido pictórico por “La Plaza de Santo Domingo”, unirte al paso de la “La Procesión”, conocer a “La Vendedora de Flores”, unirte a “La Cacería del Venado” o ser un espectador más del “Jaripeo con Mariachi” o de las “Escenas Románticas en la Hacienda”.


Si tienes la oportunidad de recorrer La Moreña, pon atención en los murales y notarás que se repite el rostro de una mujer: a decir del cronista Núñez Gómez, se trata de Angelita, una de las mujeres que más amó “El Burro de Oro”, apodó que se le atribuye supuestamente por su pobre conocimiento cultural y por la riqueza que había heredado de sus padres. “Son aproximadamente 500 metros de pintura mural y realizado en 1850, el General Francisco Velarde de la Mora, hace todos estos lujos, estos gastos, con el fin de que viniera el señor Maximiliano”, añade el cronista. Velarde tiene una historia fantástica y turbulenta, continúa Núñez Gómez. Su riqueza era tal, que no conocía el total de sus propiedades; tenía el título de General, sin poseer carrera militar, también su propia moneda que circulaba entre sus trabajadores, y para su protección, contaba con 200 soldados reales.

 

De hecho, él fue el patrocinador de la cúpula del Teatro Degollado, en Guadalajara. “Tenía 365 mujeres, una mujer para cada día. De una manera histórica, tenía el famoso derecho de pernada que en aquel tiempo acostumbraban los señores feudales: la primera noche del que se casaba, la mujer tenía que estar en la casa del señor Velarde”, dice el cronista. Lo que conocemos actualmente de La Moreña -nombre que se da a esta finca por el apellido materno del General-, no es ni la cuarta parta del tamaño original de la construcción, de hecho, en el libro del historiador José María Murià, Sumario Histórico de Jalisco, se destaca como una de las residencias más importantes de Jalisco. “Fincas en las que no faltó el clásico zaguán de ingreso y el patio principal en cuyo corredor se disponían el comedor, la estancia y las recámaras, en tanto que en un segundo patio daba cupo a los servicios”, se lee en el libro del investigador del Colegio de Jalisco.

 

Bajo La Moreña se conservan túneles que servían a Velarde de la Mora para esconder oro y también para trasladarse, pasos subterráneos donde podía pasar una persona montada a caballo; de estas construcciones, se conservan los planos, expresa el cronista de La Barca, Jalisco. “A los túneles no se les ha dado mucho seguimiento. Se han encontrado, a mí me tocó decirle a una persona ‘oiga, vamos avisando (del descubrimiento) al Instituto Nacional de Antropología e Historia’, ‘¡No, ni le muevas, a mí me paran la obra’, esas eran los justificantes en las casas”, cuenta Núñez Gómez. Durante décadas, La Moreña permaneció abandonada. En el 2004 fue restaurada y tres años después se rescataron los murales de Gerardo Suárez, hoy funciona como el Centro Cultural Regional La Moreña, y en una de sus salas se conservan los restos de “El Burro de Oro”, quien fue fusilado en 1887, en Michoacán.
En Tlaquepaque también hay registro de “El Burro de Oro”.


El hacendado Francisco Velarde de la Mora tuvo su casa de campo en Tlaquepaque, una finca enorme que hoy es el Museo Regional de la Cerámica, así como la famosa Quinta Velarde, que actualmente es un fraccionamiento. “Según eso, dado su prosaica y su dinero, usaba tacones forrados de oro. Tenía una casa aquí, donde todas las tardes se sentaba en su balcón para ver a la gente pasar”, dice el cronista Bernardo Casas. “Como todos los hacendados, Don Francisco Velarde de la Mora tenía su casa en la capital de Jalisco porque aquí había un club de ricos, era un club de industriales y de comerciantes, ellos seguido estaban aquí jugando, era un casino”, agrega el cronista de Tlaquepaque.