Es urgente concentrarnos en rescatar a la Cámara de Diputados y asegurar el contrapeso de fuerzas políticas
El rumor que empezó a correr en diversos medios informativos del país, a finales de marzo, se volvió realidad hace unos días. Primero en la Cámara de Diputados y luego en la de Senadores, se aprobó en lo general la iniciativa de reforma a la Ley de Hidrocarburos con la que el presidente Andrés Manuel López Obrador le regresa a Petróleos Mexicanos (PEMEX) el monopolio en el control de precios, importación, distribución y comercialización de combustibles en el país.
Con esto se da marcha atrás a las reformas que se hicieron el sexenio pasado en materia de hidrocarburos y producción de energía, mismas que se llevaron a cabo, en gran medida, porque la capacidad de las paraestatales PEMEX y CFE (Comisión Federal de Electricidad) para cubrir los requerimientos energéticos de nuestra nación hace mucho que se vio rebasada totalmente.
Especialistas nacionales e internacionales han advertido una y otra vez que volver a las prácticas monopólicas en el sector energético desalentará las inversiones, inhibirá la competencia y reducirá espacios a empresas privadas en actividades que no son exclusivas del Estado y donde, además, este no tiene la capacidad de cubrir la demanda. Se ha advertido del costo legal, del costo económico y del costo ambiental que traerá al país este retroceso propuesto por López Obrador al amparo de un nacionalismo mal entendido.
El partido Morena utiliza el argumento engañoso y repetitivo de que estas modificaciones ayudarán a combatir el robo y contrabando de combustible y representarán más dinero para programas sociales e infraestructura. Aunque salga más caro el caldo que las albóndigas.
La Cámara de Diputados aprobó el dictamen, por 292 votos a favor, 153 en contra y 11 abstenciones; en la Cámara de Senadores, la iniciativa de reforma a la Ley de Hidrocarburos se validó con 65 votos a favor, 47 en contra y seis abstenciones. Falta la aprobación a las particularidades de la iniciativa. Pero la prisa de López Obrador le apostó al espectáculo mediático que traería la aprobación de su iniciativa en lo general.
AMLO y sus aliados saben que su actuar autoritario, cada vez más cercano al de un dictador, solo puede garantizarlo la falta de contrapesos en el Congreso. La prisa es porque nadie le asegura eso después de las próximas elecciones.
Se trata de otra acción populista de AMLO que traerá graves consecuencias legales y económicas para el país (la prueba de esto la tenemos delante de nosotros con lo que ya ocurre con los amparos legales que las empresas afectadas han interpuesto ante la reforma eléctrica), y lo más grave es que se trata de un juego de contrarreformas para las reformas que confunde a la población; lo inaceptable es que estas ocurrencias del presidente solo pueden sostenerse a través de la mayoría que de forma tramposa instaló Morena en el Congreso de la Unión.
Pero además de señalar la gravedad de los caprichos del Presidente, es urgente concentrarnos en rescatar a la Cámara de Diputados y asegurar el contrapeso de fuerzas políticas. De lo contrario, peligra la democracia ganada a través de décadas de esfuerzo ciudadano. La oportunidad la tenemos en las urnas el próximo 6 de junio.