Es importante mantener vivo la memoria (sobre la construcción del Puente de las Damas) como ejemplo de cómo la solidaridad puede sobreponerse a las barreras que nos alejan
A nueve años de que la Cámara de Comercio de Guadalajara publicara el libro El Puente de las Damas, de Enrique Ibarra, se imprimió la tercera edición.
Más que un vestigio colonial, el Puente de las Damas definió el carácter de la Guadalajara hospitalaria, que construye por encima de las diferencias y que une a la comunidad para construir ciudad.
¿Qué es lo más relevante de este puente? Que sirvió para unir, no dividir, a la Guadalajara criolla y mestiza con la Guadalajara de los indios, planteó Enrique Ibarra, autor del libro El Puente de las Damas, que a nueve años de su primera impresión llega la tercera edición.
Durante décadas el Puente de las Damas fue una leyenda urbana tapatía: académicos tenían información sobre la construcción, pero el libro editado por la Cámara de Comercio de Guadalajara dio certeza de su ubicación y conjugó los datos para rescatar del olvido su historia.
“El libro recupera la historia de un puente que se unificó para unir a dos partes de una ciudad, la habitada por la población española, ya la mayoría criolla y mestiza, con su barrio más antiguo, el de Mexicaltzingo, habitado por mujeres y hombres pertenecientes a los pueblos originarios del País”, dijo Ibarra, Secretario General del Gobierno de Guadalajara.
La construcción del puente fue durante el “decenio dorado”, como llaman los historiadores al periodo entre 1790 a 1800, cuando la villa alcanzó el rango de ciudad: entonces se estableció una imprenta, Fray Antonio Alcalde creó la Universidad de Guadalajara, se abrió el Hospital Belén con mil camas, se construyeron casas dignas para familias humildes, se empedraron calles y se llevó agua potable a los hogares.
“El Puente de las Damas fue la primera obra pública en la historia de nuestra Ciudad que se hizo con la participación ciudadana. Gracias al esfuerzo de un grupo de mujeres tapatías que conformaban la Congregación de Damas del Señor de la Penitencia de Mexicaltzingo, reunieron los recursos necesarios para costear la construcción del puente”, expresó Ibarra.
Ellas, continuó Ibarra, tuvieron razones poderosas para emprender su gran obra: durante el temporal no podían asistir al templo de Mexicaltzingo porque que este barrio se convertía en una isla rodeada por dos arroyos, además era el paso de trabajadores.
El Puente de las Damas, construido de piedra, cal y arena de Mezquitan y de Atemajac, fue el mas importante de los 15 puentes de Guadalajara, apuntó el Secretario General.
“Guadalajara es una ciudad que crece cada día, que es distinta cada día, pero que cuenta con raíces profundas. Se trata de una ciudad compleja y difícil de administrar, pero también es una ciudad que sabe construir puentes para mantenerse unida”, reflexionó Ibarra.