Desarrollan habilidades; construyen caminos

En el programa Zapopan Rifa han participado más de 220 jóvenes, quienes aprendieron a hacer del rap y del graffiti una estrategia económica que les permita desarrollarse
El principal problema que enfrentan los jóvenes es la falta de oportunidades, asegura el rapero “Diseño”, o por su nombre de pila Jorge Hernán Hernández; si se les otorgara un poco confianza, podrían jugar un papel importante en el desarrollo de su comunidad, continúa.
“Dicen, ‘ah, es que son jóvenes, no, buscamos personas más experimentadas’. Lo que no saben es que los jóvenes tenemos una gran capacidad de aprender. Dame la oportunidad y verás que no te vas a arrepentir”, enfatiza el músico de 20 años de edad.

Hernández fue uno de los jóvenes que se sumó al programa Zapopan Rifa, donde aprendió a construir un proyecto económico a partir de lo que más le gusta hacer, rapear. Ahora él y 20 jóvenes más, crearon el colectivo RespetArte, que hace y vende canciones y espectáculos a empresarios.
“Mi entorno es algo difícil de explicar, por un lado, tenemos a jóvenes talentos queriendo sobresalir y otros más que ni siquiera se interesan por sí mismos. (…) En lo personal el programa me ha ayudado a explotar cualidades que conocía y otras tantas que no me atrevía a descubrir”, escribe Jennifer Medina, ahora estudiante de la UdeG, en la carrera de Diseño Gráfico.

Medina es parte del colectivo Hard Art, que hizo del graffiti callejero un diseño original plasmado en prendas que están a la venta. Este grupo de jóvenes, también se formó dentro del programa que impulsa el Gobierno de Zapopan.
En Zapopan Rifa la primera generación sumó a 104 jóvenes y la segunda a 119. El programa continuará en Las Mesas y se busca que se extienda a otras administraciones.
La construcción del Zapopan Rifa
El problema no es para menos. En administraciones pasadas, el tema de jóvenes en situación de riesgo fue atendido superficialmente. Como una llamarada de petate a este sector de la población se le ofreció cursos de fontanería y electricidad, se pintaron murales en el barrio y se organizaron torneos de fútbol, pero de ahí no pasaron.
El Gobierno Ciudadano no quería repetir errores, sino construir una política pública enfocada a la raíz del problema social. Para ello, el Instituto de la Juventud Zapopan trazó un programa junto con asociaciones civiles, empresarios e investigadores de la UdeG y de USAID, agencia de colaboración nortemaericana que busca eliminar la pobreza y promover la democracia.
Así nació Zapopan Rifa, que “es un programa de prevención para la juventud, pero no se trata sólo de eso, es un programa de innovación social donde (los jóvenes) trabajan con alternativas que finalmente se convierten productivas”, explica Mónica Magaña, directora del Instituto.
“El programa brinda a los jóvenes una serie de herramientas para incrementar su desarrollo humano e impulsar su talento hacia un proyecto de vida, productivo; lo que más preocupa es el tema económico, de aquí se deriva que ellos puedan tener alguna alternativa, más allá de trabajar como obreros”.
Después de una serie de trabajos de análisis, Zapopan Rifa se construyó con dos áreas: Desarrollo Humano, donde la persona identifica el proyecto de vida a partir de emociones y autoconocimiento, y luego continúa con Productividad, que busca generar ingresos a partir de actividades que lo motivan.
Dos generaciones
Zapopan Rifa arrancó en marzo de 2016 en San Juan de Ocotán, localidad ubicada al suroeste de la cabecera municipal y que registra problemas de seguridad y pandillerismo; y se extendió a Santa Ana Tepatitlán, que vive una situación similar.

Para ajustar el programa a las necesidades de cada comunidad, un grupo de personas que conoce los territorios y que ya había tenido acercamiento con las diferentes las pandillas de la zona, identificó y documentó las actividades que realizan los jóvenes, el tiempo que le dedican y lo que los motiva.

En ambas localidades a los jóvenes les gusta el graffiti y el rap.
“Fueron nueve meses de acompañamiento, de desarrollo humano, de autoconocimiento, de autoestima y demás; después direccionamiento, que es identificar habilidades y rumbo; y los últimos tres meses se llama Gestión: ya que te conoces y sabes tus habilidades, ¿qué vas a hacer para llegar al proyecto que quieres llegar? Se trata de un proyecto de corto, mediano y largo plazo”, abunda Mónica Magaña.
Fueron nueve meses intensos, con cuatro horas de trabajo a la semana y atención diaria de parte del personal del Instituto de la Juventud Zapopan hacia los jóvenes, incluso, algunos de ellos fueron miembros de pandillas contrarias y terminaron por sanar conflictos.
Así se construyeron colectivos con identidad y objetivo, como el grupo de rap RespetArte, y los de diseño gráfico Mentes de San Juan de Ocotán y Hard Art. Todas éstas, ahora productivas.
Un modelo científico
El programa se desarrolla. La experiencia generada en las colonias de Zapopan se registra, se analiza y se utiliza para la construcción de una política pública que atienda de raíz el problema social.
“Ya pasó más de año y medio, este programa tiene un gran reto, que es aplicar una política pública, es decir, estamos desarrollando un método científico de intervención a estas poblaciones con la participación de USAID y la UdeG. Cada paso que estamos haciendo lleva un registro, se esta documentando en un libro”, plantea la directora del Instituto de la Juventud.