Jonathan Sergio Medina
México atraviesa una de sus etapas más oscuras en materia de corrupción e impunidad política. Lo que Morena prometió como “la transformación” terminó convertido en un catálogo de escándalos, privilegios y simulaciones. Desde los contratos millonarios del hijo del presidente en Houston, hasta las redes de empresas fantasma ligadas a Adán Augusto López, los casos de corrupción que involucran a los líderes morenistas son ya demasiados como para seguir llamándolos “errores aislados”.
Lo que Morena representa hoy no es cambio, sino la continuidad del viejo sistema que tanto dijeron combatir: un poder sin rendición de cuentas, sin autocrítica y sin respeto por la ley. En contraste, Jalisco ha decidido no rendirse ante esa ola de deterioro institucional.
Aquí, la ciudadanía ha construido un muro de contención: Movimiento Ciudadano. Un movimiento que ha demostrado con hechos que se puede gobernar con eficiencia, transparencia y cercanía.
Mientras el país entero observa cómo el gobierno federal se hunde en su propio discurso de pureza moral, Jalisco sigue creciendo, generando empleos, atrayendo inversión y fortaleciendo el campo con recursos propios.
No esperamos a que la federación reaccione: aquí, los problemas se enfrentan, no se administran. Ser el muro de contención no significa oponerse por deporte, sino resistir el deterioro moral que Morena intenta normalizar. Significa ponerle un alto a la impunidad, a la mentira disfrazada de austeridad y a la manipulación que se viste de pueblo, pero actúa como élite.
Mientras en la Ciudad de México la política se volvió espectáculo, en Jalisco se volvió trabajo. Mientras en Morena se reparten culpas, aquí se reparten resultados. Los gobiernos naranjas han entendido algo fundamental: el poder no se hereda ni se impone, se gana y se sostiene con confianza ciudadana.
Y esa confianza se construye día a día, con transparencia y congruencia. Por eso Jalisco se ha convertido en el muro que detiene el avance de Morena: porque aquí, la gente ya vivió lo suficiente para saber que un gobierno que promete “transformar” pero no sabe rendir cuentas termina transformando todo, menos la vida de su gente. Morena no solo representa inestabilidad; representa un riesgo para el futuro democrático del país.
Cada nuevo escándalo —desde los contratos familiares, hasta los desvíos de Pemex y las notarías de sus dirigentes— es un recordatorio de que el cambio que ofrecieron se quedó en palabras. Frente a ese panorama, Movimiento Ciudadano ha levantado en Jalisco una trinchera de trabajo y confianza: un gobierno que no se vende, que no se somete y que no se deja arrastrar por la corrupción disfrazada de ideología. Defender Jalisco es, hoy más que nunca, defender la decencia política.
Significa no permitir que el poder absoluto de Morena capture nuestras instituciones, ni que la corrupción federal intoxique lo que aquí se ha construido con años de esfuerzo. Por eso, cuando decimos que Movimiento Ciudadano es el muro de contención, hablamos de un muro de dignidad, de responsabilidad y de resultados.
Porque mientras en Morena se enriquecen unos pocos, en Jalisco se trabaja por todos.


