Por segunda ocasión a lo largo de esta pandemia, el presidente Andrés Manuel López Obrador dio positivo a COVID-19.
Para muchas y muchos la noticia de que AMLO dio positivo a COVID-19 en realidad no es tal, dada la manera tan relajada con que el presidente se ha conducido todo este tiempo en relación con las medidas preventivas.
Informo a ustedes que estoy contagiado de #COVID19 y aunque los síntomas son leves, permaneceré en aislamiento y solo realizaré trabajo de oficina y me comunicaré de manera virtual hasta salir adelante.
— Andrés Manuel (@lopezobrador_) January 11, 2022
En esta segunda ocasión en que López Obrador ha sido diagnosticado, la sorpresa —que tampoco ha sido tanta— ha sido más bien su irresponsabilidad. Si bien el mandatario presentaba ya síntomas durante la mañanera del lunes 10 de enero, a este se le vio entonces y en todo momento sin usar su cubrebocas.
“Amanecí ronco y me voy a hacer la prueba más tarde. Pero yo creo que es gripe”, contestó el presidente López al cuestionamiento de la prensa sobre su notable ronquera.
AMLO da positivo a COVID-19, no es sorpresa
¿No ha sido acaso insistente la recomendación de, ya no digamos aislarse, reforzar las medidas preventivas ante la sospecha del padecimiento?
Si bien se aprecia su sana distancia y su intención de hacerse una prueba, el mensaje implícito ante su poca consideración sobre las medidas preventivas refleja dos cosas: incoherencia y desinterés.
Tal vez desde Palacio Nacional parezca fácil enfrentar los efectos de contraer una enfermedad de este tipo: tener atención médica y acceso a medicamentos garantizados parece más, hoy en día, un privilegio presidencial que un derecho universal.
Ni hablar, por segunda ocasión y segundo año consecutivo tenemos a un López Obrador enfermo e incongruente con las recomendaciones oficiales frente al COVID-19. Bien se dice por ahí que una acción dice más que mil palabras y que las cifras son claras: COVID 2 - AMLO 0.