El show de los anticuerpos de AMLO

El proceder personal del presidente Andrés Manuel López Obrador ante la pandemia por COVID-19, ha sido errático e irresponsable

Por edad y orden de apellido a López Obrador le correspondería ya su turno para la vacuna. Aunque por un mero asunto de seguridad nacional, lo prudente habría sido su vacunación anticipada, imaginemos su genuino interés por no tener privilegios sobre ese ente amorfo que él considera pueblo.

Primero dijo que no quería que su cita con la vacunación se convirtiera en un espectáculo, así que no se daría más información sobre el lugar y la fecha, pero que a pesar de que sus análisis de sangre comprobaron la presencia de anticuerpos contra la enfermedad, acudiría.

Luego, la presencia de anticuerpos fue la razón por la que AMLO anunció que no se pondría la vacuna, ya que los médicos que lo atendieron cuando se contagió de Covid le aseguraron que no existía el riesgo de contraer o contagiar el virus.

Para que nadie se quedara con dudas, ofreció que uno de sus doctores acudiera a la conferencia de prensa matutina para explicar todo respecto a la inmunización del presidente mexicano.

Efectivamente, Jorge Alcocer Varela, secretario de Salud de México -quien por cierto se ha mantenido a la sombra para dar explicaciones ante un cuestionado manejo de la pandemia-, estuvo en “la mañanera” para explicar el por qué de la gran calidad anticuerpos producidos por López Obrador después de haber dado positivo al coronavirus.

Así, nos enteramos de que la positiva, rápida y buena capacidad de respuesta del sistema inmunológico del presidente “se la regaló la población” durante sus giras, por el “contacto con la gente, con los alimentos y reforzó su inmunidad, producto del desarrollo que le dieron sus padres, eso es así de sencillo”, aseguró quien lleva las riendas de la salud pública en nuestro país.

El funcionario reconoció la decisión de López Obrador -quien acababa de anunciar, otra vez, que sí se pondrá la vacuna, en 15 o 20 días “para disipar dudas” de otros que también enfermaron “para dar ese ejemplo de que se protejan”-, y nos informó que al presidente le colocarán la que producen los laboratorios AstraZeneca.

Más allá los juegos de palabras acostumbrados por López Obrador, el “sí pero, no; no pero, sí”, pareciera que alguien lo convenció de que hay que poner el ejemplo, pero nos deja claro que no lo hace como la obligación que tiene al ser autoridad, sino por su gran bondad como líder.

Y siguieron las noticias: para mayo estaría iniciando la vacunación de maestros y la siguiente etapa de adultos de 50 a 59 años, dependiendo de que haya en existencia suficiente cantidad del biológico, después de que termine la inmunización de adultos mayores. Ya entrados en gastos, incluso se podría avanzar en el rango de los 40 a 60 años.

López Obrador argumentó que hay preocupación por el rebrote de contagios con motivo de las vacaciones de las semanas Santa y Pascua, pero gracias a que la vacunación va muy bien en los adultos mayores y el personal médico, no será lo mismo que las dos olas anteriores. Alcocer Varela se limitó a pedir a la población que no baje la guardia.

 

Ante una sociedad como la nuestra que por diversas razones muestra muy bajos niveles de cultura preventiva, López Obrador no puede trastabillar de esa forma que solo confunde a la población. No son solo los desatinos presidenciales como el negarse a usar cubrebocas o decirle a la gente “abrácense, no pasa nada”. Es la forma en que los que se supone son los expertos, responsables y profesionales médicos en quienes puso el destino de la salud del pueblo bueno, apoyan sus ocurrencias. Lástima que la vergonzosa y fallida estrategia de su gobierno para enfrentar la pandemia la esté pagando México con uno de los índices más altos de muertes por esta causa a nivel mundial.