Un año de contradicciones por el COVID19

El contagio del subsecretario de prevención de la salud, también conocido como “Doctor Muerte” no sorprende al ser un ejemplo de lo que no se debe hacer para enfrentar una pandemia que ha llevado a México a un exceso de muertes.

A casi un año del primer contagio detectado en el país (el 27 de febrero de 2020), México no solo ha destacado en el mundo por el exceso de muertes a causa del COVID-19, sino por una estrategia federal fallida llena de contradicciones como el uso o no del cubrebocas.

El subsecretario de prevención de la salud, Hugo López-Gatell, encargado de sacar adelante al país frente a la pandemia, anunció el 20 de febrero 2021 que presentaba síntomas de coronavirus, lo que no sorprendió después de que trascendieron imágenes a lo largo del año pasado de viaje en la playa, en restaurantes y en la calle, sin cubrebocas.

Mientras que en el país se acumulan más de 2 millones de contagios, 178 mil muertos -en cifras oficiales-, y sobre una ya muy lastimada economía, con un fuerte golpe con la consecuencia inmediata de pérdida de empleos, desde el Senado de la República hasta la comunidad científica y académica a nivel nacional e internacional, han llamado a la salida del funcionario.

Hugo López-Gatell inició -para muchos, tarde- un plan en el que señaló que el principal obstáculo sería la falta de fondos en el sistema de salud pública, pero desde el principio se le hicieron notar fallas al priorizar gastos y la falta de visión que ha llevado a México a estar en un primer lugar mundial de muertes a causa del virus.

Se le ha criticado su desconocimiento sobre el uso del cubrebocas y el rechazo de este ante la pandemia, lo que ha creado confusión entre la población sobre su efectividad; también que la falta de priorización en los recursos ha pegado directo en la atención de primera línea: el personal de salud no tiene los insumos necesarios para su protección, no hay equipo suficiente, la consecuencia directa es que México es uno de los países con mayor letalidad entre sus filas sanitarias y con exceso de muertes

https://elpais.com/mexico/2021-02-21/mexico-es-uno-de-los-paises-con-mayor-mortalidad-por-covid-del-mundo.html

 

Sus contradicciones ante el uso del cubrebocas han estado ligadas al capricho del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien se ha resistido a utilizarlo -incluso después de haberse contagiado- y a quien trató de justificar con su famosa frase: “La fuerza del Presidente es moral, no es una fuerza de contagio”.

Aquí el problema no son sus creencias o gustos particulares, sino que precisamente al ser autoridad en el combate a la pandemia, están obligados a poner el ejemplo. Si el contagio se hubiese dado a pesar de seguir las reglas que se le ha pedido a la ciudadanía de a pie que sigan, sería el riesgo que corrió por hacer su trabajo. En este caso la lectura es distinta: se contagió por correr riesgos innecesarios, es decir, por actuar de forma irresponsable.

Se ha señalado que al aplicar el sistema “Centinela” para calcular los contagios y el no invertir lo suficiente en pruebas personales impidió que López-Gatell y el equipo que encabeza tuvieran un mayor control en sus predicciones.

En múltiples ocasiones se le ha acusado de que, más que una estrategia sanitaria, se trata de un juego político donde se justifica la indiferencia y terquedad del Presidente de la República, donde las muertes han sido solo culpa de la mala condición de salud de los mexicanos, causada por supuesto por el neoliberalismo: obesidad, diabetes, hipertensión, donde se ha repetido que estamos logrando “domar la pandemia” y que tras el anuncio del contagio del mandatario y ahora también del propio López-Gatell, se sigan generando más dudas que respuestas, más pérdidas, más incertidumbre.

Hay cifras lastimosamente reales. Esto debe llevarnos a una seria reflexión, porque enfrentar una pandemia se trata de buscar soluciones, no pretextos. No podemos quedarnos solo observando cómo el Subsecretario de Prevención de la Salud pasó de ser un “Rock Star” de portada de revista al “Doctor Muerte”, como le llamaron en el Senado al pedir su renuncia. Son vidas humanas las que han estado y están en juego.