Decoración en tiempos de COVID-19

Cambios en los conceptos de habitación y vida trajo la pandemia en las viviendas mexicanas

Tras un año de confinamiento por la pandemia del Coronavirus, el Quédate en Casa cambió por completo las necesidades de espacios y decoraciones. Pasamos de un estilo acelerado de vida que hacía llegar a casas-dormitorio y habitarlas los fines de semana, a vivir por completo entre cuatro paredes, quienes tuvieron esa posibilidad. Y aun para quienes mantuvieron sus trabajos de forma presencial, la paralización de actividades sociales y de recreación les llevó a pasar más tiempo en sus viviendas.

Se notaron las reparaciones que estaban pendientes, la falta de espacios, los muebles que estorbaban, la necesidad o exceso de muebles, las paredes tristes, las paredes de colores demasiado brillantes. Cambiaron los conceptos de espacio vital, de ruidos del hogar, de la vida doméstica cotidiana. Se improvisaron escritorios en donde antes había un elemento decorativo, se desplazó la maceta o la lámpara.

De pronto las ferreterías y tlapalerías, las de barrio y los grandes corporativos, se convirtieron en negocios tan esenciales como los de venta de insumos y alimentos. Porque las reparaciones urgentes no podían seguir esperando, porque ya había tiempo para hacerlas y para no enloquecer con el encierro.

Una vez ordenados los armarios, organizados los papeles amontonados de años, pintadas las paredes y arreglados esos detallitos que esperaban un tiempo para poder hacerse, se vino la realidad de que no sería corto el período de confinamiento.

Hubo que pensar en cómo habilitar espacios grandes y pequeños, minimizar las distracciones y no sentirse amontonados varios miembros de la familia haciendo trabajo en casa y escuela a distancia. También, fue importante encontrar la escenografía perfecta para la videollamada.

Los conceptos de habitabilidad tuvieron cambios hasta en la tenencia de mascotas. En algunos casos, el cierre de comercios, el desempleo y la crisis económica ocasionada por la pandemia orilló a las familias a deshacerse de sus mascotas, pero en otros, la falta de espacio ya no fue un impedimento para adoptar un animal de compañía.

En algunas zonas, los viveros reportaron un incremento en la venta de plantas para interiores y en algunos casos, dentro de las viviendas se adaptaron espacios, que por mínimos que fueran la intención era sentirse un poquito al aire libre. Los mini patios donde está el lavadero adquirieron otra dimensión en el día a día.

Se notaron los inconvenientes de los espacios reducidos en casas y departamentos de interés social. ¿Cómo se les ocurre que una familia de cuatro integrantes puede ejercitarse en un espacio de 2 por 1.90 metros de su sala o recámara? Apenas si cabe la cama.

Cambiaron las necesidades de las cocinas, también, cuando apenas se utilizaban ahora se han convertido en espacios más adecuados y prácticos para la preparación cotidiana de alimentos. Se incrementó el uso de luz eléctrica y la ventilación al interior se volvió prioridad. Los parques públicos cercanos pasaron de ser ignorados a ser el lujo para salir a dar un respiro, eso sí, con todo y cubrebocas.

Como nunca, nos dimos cuenta de que no es lo mismo vivir que convivir y como nunca, espacios, paredes y mobiliario hicieron la diferencia.